TRAUMATOLOGIA INFANTIL

FRACTURA de CÓNDILO EXTERNO

La fractura del cóndilo lateral del húmero, constituye un bajo porcentaje de las fracturas del codo de los niños, siendo superada por la fractura supracondílea; sin embargo errores en su diagnóstico o en su manejo pueden llevar a deformidad y trastornos funcionales de la extremidad afectada.
Constituyen aproximadamente el 15% del total de fracturas del extremo distal del húmero y son más comunes en los niños entre los 3 y los 13 años.
De acuerdo a la clasificación de Salter Harris de lesiones epifisiarias, las fracturas del cóndilo lateral pueden ser lesiones tipo II o tipo IV.
Milch clasificó las fracturas de acuerdo a su localización. La fractura Milch I corresponde a la fractura Salter Harris IV: la línea de fractura se inicia lateralmente a la metáfisis proximal, se extiende medial y distalmente al centro de osificación del capitellum y entra a la articulación por el surco capítelo troclear. Este tipo de fractura no produce luxación del codo debido a que la cresta lateral de la tróclea se mantiene intacta, pero tienen el grave riesgo de detención del crecimiento debido a que la fractura cruza el núcleo epifisiario. Este tipo de fractura es el menos común.

La fractura Milch II, corresponde a la lesión tipo Salter Harris II y es la fractura más común del cóndilo lateral del húmero, no cruza el núcleo epifisiario sino que corre medialmente a esta estructura y sale a la articulación en el ápex de la tróclea. Esta lesión es inestable, debido a que la tróclea está interrumpida y la subluxación posterolateral del radio y cubito puede suceder.

Estudios realizados en cadáveres, han establecido que de varios métodos empleados buscando producir la fractura, el que más comúnmente logra llevarla a cabo es la angulación forzada en varo con el codo extendido.
Contrario a la marcada distorsión del codo en las fracturas supracondíleas, en las fracturas del cóndilo externo no existe mayor distorsión que la producida por el hematoma. La evaluación clínica del paciente es definitiva para realizar el diagnóstico, buscando hinchazón y sensibilidad en el aspecto lateral del codo.

Las fracturas no desplazadas o con desplazamiento (menor de 2 mm), pueden ser manejados mediante inmovilización del codo en yeso, hasta completar tres semanas. La fijación percutánea puede realizarse, manteniendo la reducción con mayor seguridad. Las maniobras de reducción cerrada para las fracturas desplazadas, a pesar de estar descritas, rara vez consiguen resultado adecuado definitivo.

La reducción abierta y fijación interna constituye el método más común de tratamiento. Un abordaje lateral permite una suficiente visualización del fragmento. Bajo mínima desperiostización se practica reducción de la fractura y fijación mediante dos clavijas de Kirchner, los cuales pueden dejarse percutáneos para facilitar su extracción. Se practica inmovilización en una férula posterior. Férula y clavos son retirados a las 3 a 6 semanas, si las radiografías muestran consolidación de la fractura y se inicia movilidad activa del codo.

Las complicaciones pueden surgir del manejo de la fractura aguda, como Seudoartrosis y necrosis avascular, a veces rigidez y sobrecrecimiento del cóndilo La mayoría de los autores están de acuerdo en que la falta de evidencia de curación después de 8 semanas puede ser considerada como retardo de consolidación y puede llevar a progresivo cubito valgo con la subsecuente parálisis tardía del nervio cubital.

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