Síntomas
Estos quistes suelen descubrirse de forma accidental por los padres, por ejemplo después de una contusión banal de la rodilla del niño. Por sí mismo, el quiste de Baker no es doloroso y no afecta la movilidad de la rodilla.
La mejor manera de verlo es con el niño boca abajo y la rodilla estirada, notándose en la parte más interna de la fosa poplítea una prominencia que no aparece en el lado sano.
En general, la exploración física es suficiente para diagnosticar el quiste de Baker.
La Ecografía tiene valor diagnostico.
El tratamiento se enfoca a corregir el problema subyacente, como artritis o ruptura del menisco, si es doloroso. La extirpación del quiste generalmente no se hace porque se puede causar daño a los vasos sanguíneos y nervios cercanos. En algunos casos se puede extirpar quirúrgicamente, si se vuelve excesivamente grande o causa síntomas.
Algunas veces, un quiste se puede drenar (aspiración) si el líquido en su interior se ha vuelto sólido o con apariencia de gelatina.
Un quiste de Baker no causará daño a largo plazo, pero puede ser molesto y doloroso. Los síntomas de este quiste generalmente son intermitentes.
La discapacidad a largo plazo es poco frecuente. La mayoría de las personas mejora con el tiempo o con cirugía artroscópica.