ORTOPEDIA INFANTIL

OSTEOCONDRITIS DISECANTE

La osteocondritis disecante del cóndilo femoral, es una enfermedad articular adquirida en la que existe una separación de un segmento del cartílago y de hueso subcondral. Se presenta con mayor frecuencia en articulaciones de carga como son la rodilla y el tobillo.
Se trata de una patología enigmática en cuanto se refiere a la etiología, tratamiento y pronóstico.
El 4 % de las artrosis son originadas por osteocondritis. El término osteocondritis se refiere a inflamación, que se ha demostrado no existe. Pero a pesar de ello se mantiene. El término disecante significa separación. Hay muchas teorías pero ninguna a conseguido un consenso general, pero en lo que si parece haber unanimidad es en que no es de origen inflamatorio.
Los mecanismos esenciales responsables de la enfermedad pueden ser de tipo constitucional, hereditario, vascular o traumático.

Clasificación
Hay diversas clasificaciones basadas en:
La edad: En función de la madurez esquelética se pueden clasificar en osteocondritis: Juvenil y del adulto. Hay autores que en función de la edad de presentación describen tres grupos:

Grupo 1: 
Niños y adolescentes hasta once años en niñas y hasta trece años en niños. Afectación bilateral en 25 a 30 por % de los casos. Se les relaciona con el grupo III de las anomalías de osificación que han evolucionado a osteocondritis.
Grupo 2: 
en adolescentes y adultos jóvenes desde los doce años en chicas y 14 en chicos hasta los veinte años, bilateral en el 10 por 100 de los casos.
Grupo 3: 
adultos mayores de veinte años; son de peor pronóstico.

Integridad Condral:

Cerrada y  Abierta. Dependiendo que el cartílago este en continuidad o no.
Hay una clasificación intraoperatoria en función de la integridad del cartílago y la estabilidad del fragmento (Guhl). Tipo I: Hay un reblandecimiento del cartílago pero sin brecha. Tipo II: Hay una brecha pero es estable. Tipo III: Un fragmento definido permanece parcialmente insertado (lesión en colgajo). Tipo IV: hay un cuerpo libre y un defecto osteocondral en la zona dadora.
Según esta clasificación Guhl propone el siguiente esquema de tratamiento artroscópico:
Lesiones intactas, perforaciones.
Lesiones limitadas, enclavados in situ.
Lesiones parcialmente separadas y cuerpos libres recuperables, desbridamiento de la base, reducción y enclavado.
Cuerpos libres no recuperables, eliminación del fragmento y desbridamiento de la base.

Estabilidad Ósea
: 
Dependiendo de que haya nexo de unión entre el hueso subcondral afectado y el lecho de la lesión, se clasifican en: Estables e inestables. Este criterio es fundamental para planificar el tratamiento a seguir. Sin embargo es difícil llegar a esta caracterización sin la visión quirúrgica. Aunque últimamente se ha visto que con la RMI se han conseguido unos criterios razonablemente precisos y que se aproximan, en cuanto a la predicción de la estabilidad de la lesión en un 85 % de correlación con los hallazgos artroscópicos.

Localización
: 
Parte lateral del cóndilo femoral medial (70%).  Rotula (10%). Cóndilo femoral externo (20%). Las lesiones del cóndilo femoral externo se asocian más frecuentemente con meniscos discoideos o cirugía meniscal previa.

Clasificación Radiográfica
: 
Estadio I: hay un área pequeña de compresión del hueso subcondral dentro de su propio cráter. Estadio II: Hay un fragmento osteocondral parcialmente desinsertado, con un borde de baja señal por debajo del fragmento que indica que existe fijación mediante tejido fibroso. Estadio III: El fragmento está completamente desinsertado pero se mantiene en su lugar. Se ven cambios de alta señal en T2, indicativos de líquido por debajo del fragmento e inestabilidad. Este es el estadio más frecuente. Estadio IV hay un desinserción completa en forma de cuerpo libre articular y defecto de la superficie articular.
La clasificación anterior se consideró que tiene un alto valor pronóstico y ayuda a definir la conducta terapéutica combinada con los elementos clínicos y la localización anatómica.
Hay autores que creen que el tratamiento ortopédico podría tener éxito cuando el área media menor que 194-424 mm.
La presencia de esclerosis marcada es un signo de mal pronóstico para el tratamiento no quirúrgico.

Clínica: 
Los síntomas son variables y poco definidos. Lo más típico es que debute con dolor en la parte anterior de la rodilla sin antecedente traumático, también puede asociarse a inflamación, bloqueos y sensación de inestabilidad. El dolor y la incapacidad funcional se incrementan con la actividad física. En ocasiones hay claudicación, con una marcha en rotación externa de la tibia para evitar el roce de la eminencia tibial con la lesión de la osteocondritis en el cóndilo femoral interno. Parece ser que en la rotación interna y en la extensión, la eminencia tibial roza con la lesión produciendo dolor, y que la rotación externa aleja la eminencia tibial de la lesión, aliviando por tanto el dolor. La prueba de Wilson consiste en flexionar la rodilla a 90° y aplicar rotación interna máxima, posteriormente extender de forma gradual, con lo que el paciente, al llegar a 30° de flexión, refiere dolor en la zona afectada, generalmente en el cóndilo femoral medial.

Tratamiento
: 
El tratamiento depende de la edad del paciente, de la estabilidad de la lesión y de la integridad de la superficie articular,   demostrados en la exploración clínica, las pruebas de imagen y en la artroscopia.
El principal objetivo del tratamiento es preservar el cartílago articular. Particularmente, en la osteocondritis disecante juvenil, es fundamental que la lesión cicatrice antes de que se alcance la madurez esquelética y de esta manera evitar la progresión a la osteocondritis disecante del adulto, que tiene menor capacidad de cicatrización y, por ende, peor pronóstico.
Los pacientes de más edad con uno o más signos de rotura condral en la RM fracasan más frecuentemente tras el tratamiento conservador. Las lesiones de mayor tamaño y las que están en zonas de carga, según las radiografías laterales, también tiene más probabilidad de fracaso en el tratamiento conservador. Los pacientes más jóvenes con criterios de inestabilidad en la RM, tienen más probabilidad de recuperarse tras el tratamiento conservador que los otros.
GRUPO I: 
R eposo relativo puede ser útil la potenciación muscular con la natación y /o bicicleta. El pronóstico es excelente y curan entre los seis y doce meses de iniciada la sintomatología con desaparición de la imagen radiológica en casos dudosos en este grupo de pacientes puede ser de utilidad el seguimiento clínico y gamma gráfico cada dos o tres meses.
La cirugía está indicada cuando existe inestabilidad del fragmento o cuando se haya desprendido, persistencia de síntomas con actividad gamma gráfica elevada, en la edad cercana a al cierre de la fisis en combinación de las anteriores indicaciones.
GRUPO II y III: 
Realiza una artroscopia para valorar el interior de la articulación; aunque no es necesario si va practicarse una cirugía abierta. Los pacientes del grupo II con cartílagos decrecimiento abiertos pueden orientarse del mismo modo que el expuesto en el grupo I.
La meta del tratamiento conservador es favorecer la consolidación de las lesiones in situ y prevenir su desplazamiento. La mayoría de las lesiones estables con cartílago intacto pueden ser tratadas de manera inicial con medidas conservadoras, que van desde inmovilización parcial o total, hasta la suspensión de las prácticas deportivas hasta lograr que la lesión cicatrice.

Hay que suprimir las actividades deportivas de alto impacto, cosa difícil en pacientes pediátricos. Los síntomas desaparecen al poco tiempo de iniciar  la suspensión de la práctica deportiva y mucho antes de que se observen datos radiológicos de cicatrización.
El tratamiento conservador implica esencialmente una modificación de las actividades, tales como el uso de bastones para limitar la carga, ortesis o yesos en pacientes poco colaboradores.
Hay que indicar a los pacientes ejercicios en descarga para evitar la enfermedad del yeso (rigidez articular, atrofia muscular y osteoporosis)
Como tratamiento sintomático se pueden administrar aines o analgésicos puros como el paracetamol.
En pacientes con dolor persistente o episodios continuados de inflamación o derrames, puede plantearse el tratamiento quirúrgico. En términos generales, el tiempo universalmente aceptado de inmovilización es de 6 a 10 semanas. Si a la sexta semana se observan datos de reosificación, se instalará una rodillera mecánica con ajuste en varo para las lesiones laterales o en valgo para lesiones mediales. Posteriormente, alrededor de la semana 10, se reinicia una actividad deportiva limitada a evitar deportes de contacto durante 12 meses o más, según sea la evolución. Si después de implementar este programa durante 6 meses, no se obtienen datos clínicos y radiográficos de cicatrización o si la lesión se torna inestable, se recomienda tratamiento quirúrgico.
Etá indicado en lesiones inestables, falta de cicatrización después de 6 a 12 meses de tratamiento conservador o en pacientes que inician sintomatología cerca del cierre fisario.
La elección de una estrategia de reparación frente a la reconstrucción o extirpación de las lesiones osteocondrales depende básicamente de la estabilidad de la lesión, y de la integridad del cartílago subyacente.
Tras el fracaso del tratamiento conservador, esta indicada la artroscopia. Con la artroscopia  se puede clasificar la lesión  en base a dos criterios esenciales: la integridad del cartílago articular subyacente y la estabilidad de la lesión, distinguiendo, de esta forma, tres tipos de lesiones: intacta, no intacta pero estable y no intacta e inestable. Las lesiones sintomáticas, estables, sin solución de continuidad en el cartílago articular son tratadas con frecuencia mediante perforaciones Kirschner de 2 mm en el hueso subcondral, con el fin de estimular el crecimiento vascular y la consolidación de este hueso. El tiempo medio de consolidación fue para algunos autores de 4 meses. Las perforaciones funcionan mejor en pacientes jóvenes que en los de mayor edad, pero se puede intentar en todos los pacientes sintomáticos con cartílago articular intacto. Sin embargo no hay evidencia de que este gesto sea realmente eficaz por lo que también puede ser razonable un tratamiento conservador manteniendo la movilidad articular y protegiendo al menos parcialmente la carga. Cuando se aprecian signos de inestabilidad sin desplazamiento del fragmento se debe intentar fijarlo al hueso subyacente para lo que se dispone de una amplia variedad de métodos: clavo de Smillie agujas de Kirschner, tornillos canulados, tornillos de Herbert. Estos dispositivos precisan a menudo, una cirugía posterior par extraerlos, sin embargo hay otros dispositivos biodegradables que tienen la ventaja de que no es necesaria su extracción.  Lesiones inestables y desprendidas: Si el fragmento es viable y congruente con la superficie articular se realiza vía artroscópica o abierto curetaje del lecho óseo, reducción y fijación del fragmento. Si el fragmento libre no se puede reparar, se debe realizar escisión y decidir por las siguientes opciones: Microfracturas o perforaciones del hueso subcondral viable y sangrante para reavivar el lecho.  Mosaicoplastia. consiste en la implantación de cilindros de cartílago y hueso del mismo paciente para rellenar los defectos en la rodilla. Se trata de auto trasplantes osteocartilaginosos desde zonas de poca carga a la zona de la lesión. Es una técnica prometedora pero que todavía carece de evidencia de que esta operación sea de elección, sobre todo en niños. De hecho, en re-artroscopias o RM de seguimiento en pacientes inmaduros, se ha llegado a observar recubrimiento hialino de lechos de fracturas osteocondrales que habían sido tratadas con el solo refrescamiento del mencionado lecho de la lesión. Esto hace pensar que bien podría ocurrir algo similar tras las perforaciones del lecho de la osteocondritis disecante de la rodilla sin necesidad de recurrir a la mosaico plastia.  Alo injerto osteocondral. Injerto del tejido entre individuos de la misma especie, pero de diferente genotipo.  Regeneración con condrocitos autólogos. El trasplante de condrocitos requiere dos fases, en la primera, mediante artroscopia, se toma una biopsia de un área sana del cartílago y se envía para ser preparada en el laboratorio celular. A las 3 ó 4 semanas los condrocitos forman un número suficiente para implantarlos en el defecto de cartílago.

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