La historia natural de la enfermedad dependerá del equilibrio entre la virulencia del germen y/o la resistencia del organismo.
Aunque la infección suele afectar casi siempre a la región metafisaria de los huesos largos, no debemos descartar la localización de los huesos del pie, fundamentalmente del calcáneo.
La infección comienza en la metáfisis, dando lugar a un absceso metafisario, éste tiende a invadir la cortical para crear un absceso subperióstico. Éste puede invadir el periostio dando lugar a un absceso de partes blandas. Durante la curación, un nuevo hueso se forma alrededor del hueso cortical desvitalizado.
El hueso muerto se denomina “secuestro” (osteomielitis crónica con secuestro). El agente más comúnmente implicado en este tipo de infecciones es el estafilococo aureus, aunque no hay que descartar la posibilidad de otros gérmenes como estreptococos, haemophilus e incluso gérmenes Gram negativos.
Existen otros términos que hablan de inflamación ósea y que es preciso aclarar:
Osteítis:
Es una infección que compromete específicamente al tejido óseo propiamente tal, por ejemplo:
Eel hueso denso, compacto que conforma la cortical de la diáfisis de los huesos largos o planos. El compromiso del componente mieloreticular es escaso o nulo.
Mielitis o medulitis:
Corresponde a la infección del tejido conjuntivo mieloreticular. No hay todavía un importante compromiso óseo. Es la etapa inicial y pasajera de una osteomielitis aún incipiente.
Periostitis:
Corresponde a la inflamación del periostio. Esta membrana que rodea al hueso tiene la gran capacidad de responder frente a diferentes noxas. Es así como en respuesta a un traumatismo, el periostio puede reaccionar y producir lo que denominamos una periostitis traumática. Está reacción perióstica también puede verse en respuesta a un tumor agresivo por ejemplo: un Sarcoma de Ewing o producirse por el estímulo de una infección subyacente. Cada una de estas nominaciones puede revelar etapas sucesivas de una misma patología, pero en momentos diferentes.
La clínica difiere sustancialmente entre la osteomielitis aguda y la subaguda.
En la osteomielitis aguda existe dolor local, hinchazón, calor, eritema, alteraciones funcionales y manifestaciones sistémicas como fiebre y afectación del estado general. Esta clínica será más inespecífica en el niño pequeño. Los hallazgos de laboratorio normalmente incluyen leucocitosis y aumento de la VSG y PCR. En esta fase los estudios radiológicos no ponen de manifiesto lesión ósea, los signos esqueléticos se suelen evidenciar a partir de los 10-14 días. Es importante que el diagnóstico de presunción se base en los datos clínicos, la confirmación diagnóstica y el empleo de técnicas especiales (gamma grafía, RM….) corresponde al especialista. En todo caso el inicio de un tratamiento empírico precoz será fundamental para evitar la evolución hacia la forma crónica.
Tratamiento:
Es quirúrgico y tiene carácter de urgente. Anestesia general. Abordaje del segmento óseo comprometido. Abertura de ventana en la cortical. Curetaje del foco osteomielítico, con extracción del material purulento. Inmovilización con férula de yeso. Antibiótico de amplio espectro. Se cambia según sea la sensibilidad del germen identificado. Hidratación parenteral. Se mantiene el tratamiento indicado hasta que el cuadro clínico, sedimentación, fiebre, indiquen un definitivo receso del cuadro infeccioso. Ello puede ocurrir entre 10 a 20 días. El tratamiento antibiótico se mantiene por 1 a 2 meses.
La posibilidad de que la osteomielitis aguda, así tratada, logre ser detenida antes que la lesión ósea se haya constituido y pase a una fase de cronicidad, depende de dos factores: diagnóstico muy precoz y tratamiento quirúrgico inmediato con apoyo de una antibiótico terapia adecuada y mantenida.
Si se llegó en una fase en que la lesión ósea está ya abscedada o fistulizada y la radiografía muestra lesiones osteolíticas, el diagnóstico es tardío y ningún tratamiento logrará la mejoría «adintegrum» del proceso osteomielítico.
El futuro es el paso de la infección a la etapa crónica (osteomielitis crónica) Se estima que es de tal gravedad esta evolución a la cronicidad, que estaría justificada la intervención quirúrgica ante una sospecha clínica razonablemente sustentada. Aunque no se encuentre lesión ósea evidente ni material purulento, debe estimarse como un proceder correcto; significa que se llegó antes de que el proceso se haya desencadenado. El esperar que los signos clínicos y radiográficos sean ya evidentes para decidir la operación, con seguridad determinará que la actuación fue tardía, y la cronicidad será inevitable.
Osteomielitis subaguda es una entidad clínica muy diferente de la OA. Probablemente esta forma de presentación haya aumentado respectos a otras formas de infecciones osteoarticulares.
La clínica es mucho más benigna, lo que condiciona que el diagnóstico se retrase.
Se caracteriza por el buen estado general del paciente, así como por una historia de dolor de larga evolución. Tiene un comienzo insidioso, el dolor es de leve a moderado y a menudo intermitente. Existe muy poca o nula discapacidad funcional, y los signos y síntomas sistémicos como la fiebre, malestar..etc. son mínimos o inexistentes. El intervalo entre el comienzo de los síntomas y el diagnóstico puede ser de meses.
El hemograma, la VSG y la PCR suelen ser normales.
Los signos radiológicos suele haberse ya establecido en el momento de la presentación, ya que en el momento que se solicita el estudio radiológico, ha pasado el tiempo suficiente para que revele datos positivos. El diagnóstico diferencial habrá que establecerlo con tumores óseas.
Osteomielitis crónica
Corresponde a la infección crónica del hueso. Es, generalmente, secuela de una osteomielitis aguda o secuela de una osteomielitis provocada por vía directa (fracturas expuestas, cirugía ósea infectada). Osteomielitis agudas de baja virulencia que pasan inadvertidas.. Pueden transcurrir años sin manifestaciones clínicas, así como puede haber reagudizaciones repetidas en breves períodos de tiempo, manifestándose clínicamente en forma leve o en forma violenta, con aparición de nuevos abscesos, fístulas o fístulas crónicas que supuran siempre.
Hay factores que pueden reagudizar la osteomielitis crónica: traumatismos directos, contusiones, fracturas, cirugía ósea local; mal estado nutritivo,. Otras veces el cuadro se reagudiza sin causa aparente.
Examen radiológico:
Hay evidentes alteraciones del hueso, zonas necróticas densas, zonas osteolíticas de extensión variable, engrosamiento del diámetro del hueso, engrosamiento de las corticales, reacción perióstica o hiperplástica, cavidades intra-óseas (abscesos), segmentos óseos aislados (secuestros) y deformaciones de la forma del hueso Desde el punto de vista radiológico, hay dos formas características de osteomielitis crónica, que dependen del predominio de los fenómenos antes señalados: La osteomielitis esclerosante de Garre y el Absceso de Brodie: se observa una imagen osteolítica, metafisiaria, redondeada, central, clínicamente inactiva, puede ser dolorosa (motivo de consulta). Contiene líquido de aspecto purulento que puede ser estéril (con cultivo negativo).
Pronóstico La osteomielitis crónica debe ser considerado, en general, como una enfermedad sin curación definitiva. A la crisis aguda, suelen seguir fases de reagudizaciones espaciadas en el tiempo, sin que sea posible pronosticar su frecuencia, así como su intensidad. Al compromiso local, óseo y de partes blandas, se agrega un compromiso lento, paulatino y progresivo del estado general, sobre todo en aquellas formas con tendencia a las reagudizaciones frecuentes e intensas, con supuración y fístulas largamente mantenidas
Tratamiento: va a depender de la magnitud del proceso inflamatorio. Si la reagudización es leve, se indican medidas generales como reposo absoluto, exámenes para valorar el compromiso óseo, estado general y tratamiento antibiótico.
Las reagudizaciones más graves pueden tratarse también en forma conservadora, ya que generalmente el proceso se va apagando y entra en la fase inactiva que tenía antes. Si hay indicación quirúrgica debe realizarse una vía de abordaje sobre tegumentos no comprometidos. El tratamiento quirúrgico debe ser indicado con mucha precaución, debido a las circunstancias antes señaladas. Se procede a la cirugía en los siguientes casos: Osteomielitis reagudizadas, hiperagudas, con gran fenómeno osteolítico, flemón o absceso de partes blandas. Osteomielitis reagudizadas fistulizadas, con presencia de secuestros óseos o con abscesos intra-óseos que mantienen la fístula y la supuración crónica. Osteomielitis con proceso infeccioso local rebelde y mantenido que no responde a tratamiento conservador. Los procedimientos quirúrgicos empleados sobre la osteomielitis crónica han sido muy variados. Fundamentalmente consiste en: Canalizar el hueso con el objeto de eliminar el tejido osteomielítico, drenar abscesos intra-óseos, eliminar secuestros, limpiar las cavidades óseas de material purulento y tejido fungoso, etc. Tratar esta cavidad labrada, con el objeto de rellenarla e intentar impedir nuevas reactivaciones, para lo cual se ha usado gran cantidad de métodos, todos los cuales en mayor o menor grado tiene éxitos y fracasos.
Se ha rellenado con: Hueso esponjoso, lo cual ha demostrado ser una buena técnica, dejando la cavidad ósea rellena con tejido esponjoso en contacto con el medio ambiente y cierre secundario.
Otra técnica bastante usada es no rellenarla, cerrar la piel y dejar dos sondas (aferente y eferente), para lavado gota a gota con suero y antibióticos (osteoclisis). Pero no olvidemos que ningún procedimiento será capaz de erradicar la enfermedad y, a pesar de todos los esfuerzos, lo más probable es que habrá una o varias reagudizaciones futuras. No se debe prometer jamás curar la osteomielitis con la operación que se propone realizar. Estos pacientes que sufren de osteomielitis crónicas, suelen a vivir años de su vida hospitalizados por múltiples reagudizaciones, fistulización y supuración crónica, lo que hace en casos extremos, llegar a plantear, ya sea por el problema óseo (gran zona de destrucción ósea) o por solicitud del enfermo, la necesidad de una amputación.
Otra grave complicación que puede sufrir el hueso osteomielítico es la fractura, la cual por tratarse de un hueso alterado e infectado, tiene altas posibilidades de evolucionar con una seudo artrosis o retardo de consolidación.